sábado, 8 de octubre de 2011

“Y en todas estas islas existe gente de muy diversas hechuras, pero todos son horrorosos a la vista”: el liber monstruorum de Jean de Mandeville.


Por: Gerardo Altamirano

El Libro de las maravillas del mundo de Jean de Mandeville –o livre de merveilles du monde, título original en francés antiguo– es una especie de itinerario de viajeros del siglo XIV, que describe las cosas y lugares que cualquier peregrino occidental de esa época podía encontrar en su camino hacia Tierra Santa. No obstante, permanecer en esta definición resultaría un hecho por demás reduccionista, ya que esta obra puede estudiarse como una auténtica enciclopedia de su tiempo que recoge, entre cosas, temas tan llamativos como las maravillas de Oriente. Un Oriente que, en todo momento debe ser codificado como la otredad y que muchas veces se identifica con la noción de monstruo, pues para Mandeville, como para cualquier hombre del medioevo, Oriente es un espacio ambiguo: tierra de promisión, cuerno de la abundancia, pero también hábitat natural de razas malditas.

Aclarado este punto, comienzo por decir que el Libro de las maravillas está claramente dividido en dos secciones. En la primera, Mandeville da sugerencias para llegar a Jerusalén, si es que se parte de Francia o de Inglaterra; mientras que, en la segunda, de más interés para nosotros, describe lo que él mismo denomina tierras situadas más allá. Con “ese más allá”, debemos entender no sólo una noción geográfica; sino, en absoluto, una visión ideológica y cultural; y es que en esta parte, el autor del texto describe tierras que por completo salen del mundo cotidiano occidental. Tierras que si bien, algunas, pueden identificarse en la realidad extratextual (como Catay-China); también las hay aquellas que son meramente producto del devenir de lo fantástico, situadas únicamente detrás de las fronteras de los textos, como es el caso del reino del Preste Juan.

De ahí que, antes de comenzar un análisis a la obra de Mandeville, sea conveniente citar un ejemplo de esos textos que comparten, con la obra mandevilliana, el concepto y tratamiento de lo monstruoso. Este es el caso de la Carta del Preste Juan. Un documento que, hacia la segunda mitad del siglo XII, comenzó a circular por Europa, llegando a las manos de los emperadores más importantes de Occidente y que estaba firmada por un tal Prestiber Iohanes; personaje al que se le atribuía un legendario reino cristiano en Oriente y que tenía sojuzgados países tan lejanos y exóticos como la India, además de una serie de pueblos monstruosos que el monarca, en la célebre misiva, describe de la siguiente manera:


En nuestra tierra viven y se alimentan elefantes, dromedarios, hombres cornudos, lamias, gigantes, mujeres con pies de caballo […Además] tenemos otras naciones que sólo se alimentan de carne, tanto de hombres como de animales y fetos […] A estas naciones cuando queremos las conducimos contra nuestros enemigos y, por nuestra Majestad, les damos licencia para que se los coman, sin que dejen nada de hombres y animales. Luego que se han comido a los enemigos, los devolvemos a su lugar. (90-91)

Con estas afirmaciones, se entiende por qué la figura del Preste Juan llegó a convertirse en un auténtico espectro que asoló la Europa Occidental. Sin embargo, lo que me interesa señalar aquí es, precisamente, el tratamiento que el autor de esta carta da a lo monstruoso, pues éste se delega a dos aspectos: al aspecto físico, pero también al social, debido las practicas que estos pueblos poseen, como el canibalismo. Motivo que Mandeville recupera, dos siglos después, al hablar de los habitantes de Doundun, quienes, a su parecer, “tienen extrañas costumbres, pues el padre se come al hijo, el hijo al padre, el marido a la mujer y la mujer al marido” (225), todo esto en actos funerarios rituales.

Siguiendo esta lógica, como en la carta del Preste Juan, la noción de lo monstruoso en el Libro, puede dividirse también en dos grandes rubros. El primero, como en el caso citado, estaría dado por el comportamiento de los diversos pueblos, que no sólo practican el canibalismo, sino que también viven en cuevas o no cuecen sus alimentos; hechos que los animalizan, debido sus prácticas sociales y esto ya es un primer nivel de mounstrificación. Señala Mandeville:

En otra isla hay gentes que caminan a cuatro patas como las bestias, tienen toda la piel cubierta de plumas y saltan de un árbol a otro tan diestramente como las ardillas y los monos. (260).

Más interesante que lo anterior, resulta el tema del lenguaje; y es que si hay una característica lingüística que distinga a las razas monstruosas es el lenguaje atrofiado, o por lo menos la equiparación del mismo con el de las bestias. De esta manera, Mandeville, hablando de los habitantes de las tierras del preste Juan, señala lo siguiente:


Por aquellos desiertos, andan muchos hombres salvajes de extraña forma y figura. No hablan lengua alguna, sino que gruñen como puercos” (246).

Lo mismo sucede con los habitantes de la isla de Tracoda, de quienes el autor dice:

Son como animales irracionales, viven en cuevas que excavan en la tierra, pues carecen de conocimientos para construir casas. Comen carne de serpientes, pero comen poco y no hablan nada, aunque silban como las serpientes. (222)

Con estas dos referencias, nos encontramos indudablemente ante la política del lenguaje y una especie de colonialismo avant la lettre; es decir, ante la visión del Uno, que es Occidente, los habitantes de Oriente –que siempre serán el Otro– no tienen derecho a una lengua inteligible, sino acaso, a un lenguaje que los asemeje a la animalidad. Así lo sostiene también Rossi Reder, quien en su artículo “Wonders of the beast: India in Classical and medieval literature” señala lo siguiente:

The early accounts of India and these lands presuppose the superiority of Western peoples over Non-western peoples. One way to mark this is, definitely language [… which] is somewhere between human and animal speech. Kunokephaloi, for example, can understand human speech, but they are not sophisticated enough to replicate the sounds. (59)


Por otra parte, lo monstruoso en Mandeville, puede estar dado a partir de la apariencia física y sus diversas presentaciones. Es decir, el Libro da cuenta de seres con más o menos miembros, con más o menos talla; o bien, con ciertas partes que no son propias de su naturaleza. En este sentido, siguiendo a Kapler, podemos afirmar que lo monstruoso en la obra de Mandeville se da, principalmente, por tres medios: la omisión, la hibridación, y la hipérbole. Un ejemplo de mezcla entre prácticas monstruosas y mounstrificación por omisión es el siguiente:

"En todas estas islas hay gentes de muy diversas formas, pero todas horrorosas a la vista, tienen un ojo en la frente y no comen sino carne cruda." (226)

O bien, únicamente por el método de omisión encontramos que :


"En otra isla hacia el sur viven gentes de muy fea hechura y mala condición: no tienen cabeza y tienen los ojos en los hombros, y la boca está situada en medio del pecho." (226)


En el caso de la hibridación, Mandeville, como otros viajeros, trae a colación uno de los ejemplos más emblemáticos, los cinocéfalos u hombres con cabeza de perro, que él describe así:

"Navegando por el mar Océano, se llega a una gran isla rica, llamada Nacumera. Sus habitantes, tanto hombres como mujeres, tienen cabeza de perro; se les llama cinocéfalos. Son gentes buenas, razonables e inteligentes, salvo en una cosa, adoran a un buey por dios. (222)

Además de lo monstruoso ligado al campo de las creencias, es de notar que todos estos ejemplos Mandeville los ubica en territorios insulares; lo cual resulta coherente si se piensa que las razas monstruosas, desde la Antigüedad Clásica, habitaron los límites del mundo o bien territorios disconexos con lo cotidiano y lo civilizado como las islas, los bosques y en sí cualquier país agreste que, para el pensamiento occidental, se codificara como lo exógeno. En este caso, un mundo exógeno materializado en territorios como Etiopía o África, donde Mandeville ubica los siguientes pasajes que pueden considerarse como parte de lo monstruoso construido por medio de la hipérbole:

En otra isla hay gente que tienen horrorosa hechura, pues tienen las orejas tan grandes que, cuando se quedan dormidos al sol, se cubren toda la cara con ellas. (226).

O bien, uno muy parecido en el que Mandeville afirma que:


En Etiopía hay gentes que sólo tienen un pie y caminan tan rápido que es maravilla verlos, el pie es de tal magnitud que da sombra a todo el cuerpo cuando, tumbados para descansar, lo proyectan hacia el sol. Ahí mismo, los niños tienen el pelo completamente cano, pero cuando crecen y se hacen mayores se hace completamente negro. (194)


Con respecto esta información, señalemos dos aspectos: el primero es que, con la mención a los niños de pelo cano nos encontramos indudablemente con una alusión del mundo al revés, cuyas leyes de acción son contrarias al mundo de lo cotidiano. Empero, hay que reconocer que esto es un viejo tema en el folclor de los pueblos que ya se observaba, incluso, en la obra de Plinio, la cual parece sino la fuente absoluta de todos estos pasajes, por lo menos sí algo muy cercano a ello; y es que, doce siglos antes de la existencia de Mandeville, (siglo I), Plinio señalaba lo siguiente en su Historia Natural:


Megástenes asegura que en un monte que se llama Nulo [ubicado en la India] hay unos hombres con las plantas de los pies vueltas, que tienen ocho dedos en cada pie; y que en muchas montañas una raza de hombres con cabeza de perro se cubre con pieles de fieras, emite un ladrido en lugar de voz, está armada de uñas y se alimenta de las fieras y aves que cazan […]. Ctesias escribe, además, que en cierto pueblo de la India las mujeres sólo paren una vez en la vida y los recién nacidos encanecen al instante. Él mismo también afirma que ahí existen unos hombres[…] que se llaman esciápodas, porque en los mayores calores permanecen tumbados boca arriba en el suelo, protegiéndose con la sombra de los pies; que no lejos de ellos […] hay unos sin cabeza, que tienen los ojos en los hombros, etc. (16-17, las negritas son mías).


Si hacemos un parangón entre la cita anterior y lo dicho por Mandeville, tendremos que lo único que cambia es el punto geográfico que ofrecen ambos autores (Plinio-India; Mandeville- Etiopía), lo cual en realidad no es significativo pues, como he señalado, ambos territorios se codifican como parte de la otredad, ya sea en la Antigüedad o bien en la Edad Media. Luego, cabe hacernos dos preguntas ¿Acaso Mandeville, doce siglos después de Plinio, vio lo mismo que el célebre naturalista latino en sus viajes hacia esas tierras situadas más allá? ¿O bien Mandeville escondió una carta bajo la manga y, desde la tumba, se sigue burlando al pensar que pensamos, efectivamente, que hubo un viaje hacia Oriente?

Al parecer, la respuesta es ésta última y es que; por una parte hay que señalar que la Edad Media jamás dejó de leer a los clásicos, a Plinio entre ellos; y las razas monstruosas pronto entraron al imaginario teratológico medieval que las cristianizó; no sin provocar un conflicto teológico, que se resolvió al darles a estos seres un origen de progenitores malditos y perversos como Caín y Lilith, a pesar de que San Agustín, en la ciudad de Dios, señalara que estos seres eran parte del plan divino.

Por otro lado, quizá más decepcionante, resulta el hecho de hacer, junto con la crítica, una afirmación tajante: en efecto, Mandeville nunca existió, sino que detrás de este nombre falso se escondió un bello embaucador, un personaje histórico del que poco conocemos, salvo que era un asiduo lector de pretendido origen inglés, que hacia 1360 vivía en la ciudad belga de Liéja, donde murió tiempo después. Mandeville, además de esto, nunca viajó a Oriente, sino que su conocimiento y su afamado libro de viajes fue una creación literaria, que partió de otras obras literarias, como las de Plinio o Marco Polo. Un hecho nada desdeñable, pues la literatura se hace de literatura y se ejerce como un oficio caleidoscópico. En otras palabras, la descripción que hace Mandeville con respecto a las tierras de Oriente y de sus monstruos es, ante todo, de conocimiento libresco, pues a lo más que viajó este pretendido caballero inglés fue a su propia biblioteca. Empero, el legado que nos heredó fue tal que el mismo Colón tuvo al Libro de las maravillas del mundo como libro de cabecera, mientras que actualmente nos regocijamos con la lectura de estas cosas maravillosas que, por monstruosas, no dejan de ser eso, mirabilia et admiranda.

Gerardo Altamirano. México DF 2009

Esta ponencia fue leída en el marco del III Coloquio de Literatura Gótica, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras UNAM

Bibliografía mínima.

Los viajes de Sir John Mandeville. Edición y traducción de Ana Pinto.Madrid: Cátedra,

2001.

BLOCK FRIEDMAN, John. The monstrous races in the Medieval Art and Thought.

Syracuse, USA: University of Syracuse, 1999.

PLINIO “EL VIEJO”. Historia natural. Libros VII-XI. Trad. Ana Mª. Moure Casas.

Madrid: Gredos, 2003.

ROSSI-REDER, Andrea. “Wonders of the East: India in Classical and Medieval

literature”. En: Marvels, monsters and miracles. Studies in the medieval and early modern imaginations. Eds. Timothy S. Jones y David A. Sprunger. Michigan: Western Michigan University, 2002. 53-66.

lunes, 4 de julio de 2011

La tradición literaria del Speculum Princeps


Por Miguel A. Roque Maye

El Speculum Princeps o espejo para príncipes es un tema recurrente en la literatura de la Edad Media, el cual se define como un manual de enseñanza política y diplomática para reyes, príncipes o cualquier miembro de la nobleza. Un libro que funcione como speculum princeps es especialmente utilizado para explicar el ascenso de algún gran rey o para dar consejos a la aristocracia de la época, debido a que la mayoría de los escritos, en esta época, están dirigidos a este sector de la población.

En efecto, en la Edad Media, muchas de las obras literarias estaban dirigidas a la nobleza para educar o simplemente entretener. Éstas se basaban en consejos y guías en temas como la guerra, la política y la religión. Así pues, los nobles tenían una educación basada tanto en deberes como en virtudes. Siempre siguiendo como ejemplo el comportamiento de los personajes en las historias, que comúnmente eran, reyes, príncipes, algún caballero de la mesa redonda o bien doncellas ejemplares cuyo carácter había que imitar.

La literatura especular en la Edad Media

La literatura especular de la Edad Media o literatura de speculum princeps es muy extensa. En esta categoría se encuentran obras en todos los idiomas y todos los reinos. Ejemplos claros se tiene en The Book of Vices and Virues en inglés, o en francés el Somme le Roi, éste último escrito por Lorens D’Orléans. Ambas obras presentan las siete virtudes que se contraponen a los siete pecados capitales y que a su vez se basan en la fe cristiana: sabiduría, entendimiento, consejo, fuerza, conocimiento, compasión y temor a Dios.

En español, de entre las obras que se tienen bajo el concepto de Speculum Princeps son el Libro del Conde Lucanor y también el Libro de Alexandre, un texto que versa sobre la vida de Alejandro Magno, pero con tintes medievales. Tales obras incluyen consejos propios del Speculum Princeps, como consejos de guerra, política, amistad etc. Ambas obras están relacionadas entre sí debido a la estructura similar que tienen. Las dos obras tienen un personaje principal, el cual es miembro de la nobleza. Y un consejero sabio que los guía a encontrar la mejor solución a sus problemas. Hablemos un poco del Libro de Alexandre.

El Libro de Alexandre

El Libro de Alexandre, que se cree fue escrito hacia siglo XIII, es un libro que narra la historia de Alejandro magno desde su niñez hasta las conquistas en Asia e India. El libro está escrito a manera de cuaderna vía, es decir un tipo de estrofa compuesta por cuatro versos de 14 sílabas con rima consonante repartidas en dos hemistiquios con siete sílabas cada uno y separados con una cesura.

La historia contiene en sus pasajes la educación que recibió Alejandro por parte de Aristóteles, quien aconseja a Alejandro sobre política y guerra, después de que este le expresa a su maestro el deseo de conquistar las tierras con las que su padre soñaba. Todo esto porque Alejandro no sólo debería lidiar con los ejércitos enemigos sino también con el propio. Así pues se describe como Aristóteles empieza a educar a Alejandro en la cuaderna 51.

Començo Aristotil como onbre bien letrado

fiio dixo-l a buena edat eres llegado

de ser onbre bueno faz-lo bien aguisado

si lleuar-lo quisieres como as començado c. 51

En esta cuaderna (así se le conoce al grupo de cuatro versos) se aprecia que, cuando Aristóteles consideró la edad de Alejandro apropiada, lo exhortó a seguir con sus planes de conquistar Asía, de manera que siguiera con su propia voluntad. En las cuadernas posteriores, se detallan los consejos de Aristóteles, para que el macedonio funja como un buen gobernador. Entre estos consejos están, a saber, el ser generoso con sus seguidores, ser limpio en las finanzas, ser compartido, nunca dejarse llevar por la codicia ni por la soberbia y ser, amistoso con quienes lo sirven. A propósito de esto, encontramos también un sirviente célebre en literatura hispánica, el del Libro del Conde Lucanor, hablemos un poco de este texto.

El conde Lucanor

El Conde Lucanor es una obra medieval que narra los consejos que Patronio, el consejero del conde Lucanor, le da para que pueda actuar de la mejor forma ante las situaciones que se le presentan. Los consejos le son dados al conde en forma de cuento, la mayoría de las veces con personajes ficticios y cuyas acciones sirven de ejemplo al conde para resolver sus problemas.

El carácter de Speculum Princeps se encuentra a través de la obra debido a los consejos que se le dan al Conde, los cuales sirven para tratar asuntos ya sea serios relacionados con la política, o bien más banales. Tal es el caso del tercer cuento, “Sobre lo que aconteció a un señor con su hijo y su burro” en el cual la moraleja recae en no escuchar lo que los demás hablan de uno mismo.

La obra es un Speculum Princeps que no sólo se puede aplicar a la nobleza sino también a personas que no pertenecen a tal status. Los consejos incluso se pueden aplicar a lectores contemporáneos que se pueden encontrar en él numerosos consejos sobre la amistad, la fidelidad, el valor e incluso el amor. Algunas de las enseñanzas del Conde Lucanor se basan el las fábulas de Esopo, las cuales siempre han sino un recurso para reflejar moralejas a través de los animales.

En conclusión, el Speculum Princeps es el tema elemental en muchas obras medievales para ejemplificar las acciones de personajes nobles que aprendieron a base de consejos obre como tratar a sus iguales. El manual de política es crucial en tiempos medievales a causa de las múltiples crisis políticas y guerras de la época. Tanto el Libro de Alexandre como el Conde Lucanor contienen partes de una guía política, la cual puede ser muy útil para cualquier lector. Para complementar la infomación, te sugerimos las siguiente página en internet y que veas el video:

Gerardo Altamriano "un exemplo en esto vos quiero adozir" Forma y función en el ejemplo del codicioso y el envidioso en el Libro de Alexandre.

http://www.vallenajerilla.com/berceo/altamirano/codiciosoenelalexandre.htm

martes, 21 de junio de 2011

El miedo no anda en caballero: fantasmas y aparecidos en la Edad Media



Por Miriam Andrea Matías

I do believe in ghosts. Freaky things will happen, and I'm like,

'The wind didn't do that! Some spirit did'.

-Devon Werkheiser


¿Recuerda usted la última vez que se tuvo que preocupar porque su muertito se levantara de la tumba? Que la abuela muerta de alguien venga a visitarlo en la noche no es algo que nadie en su sano juicio desearía. Por eso mismo en la Edad Media se tenía una serie de rituales para que sus difuntitos no regresaran a clamar venganza o a retomar sus asuntos pendientes. Claro está que no por estar muerto uno tenía el derecho de regresar de la tumba, había un selecto grupo de almas postuladas y premeditadas a deambular entre el mundo de los muertos y los vivos.

“Fantasma”, “espectro”, “sombra”, “espíritu”, “ectoplasma”, “larva”, “aparecidos”, todas son palabras para designar a los fenómenos que nuestros sentidos, especialmente el de la vista, experimenta con personas del más allá. Esta creencia en los aparecidos y fantasmas tiene dos orígenes: el mismo miedo que los difuntos y la muerte nos provoca y la estupefacción que una muerte “anormal” siembra en nosotros. Claro, sin olvidar que somos herederos de una tradición de creencias en los muertos y su resurrección, que nos remontan hasta los romanos, quienes serían nuestros padres en eso del miedo a los fantasmas.

Nuestros antepasados romanos tenían el mismo miedo de los muertos sin descanso como nosotros, el miedo es considerado impuro y peligroso y por estas razones hay que congraciarse con el difunto. Éste es causante de epidemias, de casos de locura y de posesión, para evitar todas estas consecuencias se tenía que llevar a cabo una serie de ritos funerarios tan complejos que hasta la misma preparación del mole oaxaqueño se queda atrás y todo esto para que el muerto pueda alcanzar la paz en el Otro Mundo. Como se comentó anteriormente, no se debe temer a todos los muertos, los romanos también creían en una clasificación de los “mal muertos” los cuales incluían a los perecidos por muerte violenta, los asesinados, los ajusticiados, los suicidas, los muertos prematuros, es decir los fallecidos antes del día fijado por el destino y los difuntos que han quedado sin sepultura, por ejemplo los ahogados.

En la Edad Media se heredaron muchas de estas creencias romanas, los aparecidos y fantasmas eran casi el mismo grupo distinguido de personas mencionadas anteriormente, ya que se creía que estas eran las personas que no lograban un paso hacia el infierno ni al cielo, esto antes del nacimiento del Purgatorio –a mediados del siglo XII, según Jacques Le Goff (El nacimiento del Purgatorio que vino a resolver el problema de explicar el hecho de que un muerto regresara para la iglesia.

Cuando uno piensa en un fantasma piensa en una aparición blanca que flota, en la Edad Media, cuando se pensaba en apariciones o fantasmas, se tenía la idea de una figura negra, ya que el color negro era el color del Otro Mundo. ¿Y, qué es lo que se hacía para evitar este tipo de manifestaciones paranormales? Dependiendo de la región se tenían diferentes rituales pero hay una lista de los más comunes en la región de Europa especializados para cada tipo de deceso.

· Para los suicidas: En la región de Letonia, se fijaba el cuerpo a la tumba; a las orillas del mar Báltico, se recomienda poner tres piedras sobre el cadáver cuando se entierra, una en la cabeza, una en el cuerpo y una en los pies. En la Alemania del norte, se quemaba el cadáver; en el sur y en tierras alemánicas, se abandonaba a la corriente de un río. En la región de Holstein, se pone una rastra, puntas abajo sobre la tumba del suicida; y claro, está siempre la recomendación de enterrar al muerto donde se descubre su cuerpo que aplica para cualquier región de Europa.

· Para los enemigos: Se tenía la creencia que decapitar al enemigo que se le había dado muerte ayudaba a que no regresara a clamar venganza contra el ejecutor. Para tener un poco más de precauciones, la cabeza se colocaba bajo la pelvis o entre las piernas, esto para que no pudiera tomarla y volvérsela a poner sobre los hombros.

· La mujer que muere en el parto: Hay que poner en su cama madera de almendro o un libro, la cama hay que deshacerla totalmente y luego rehacerla, o bien, hay que lavar su escudilla.

· Para aquellos que han escondido un tesoro: Poner dinero en la boca de los muertos para que no regresen si han dejado algún tesoro enterrado.

· Para cualquier tipo de muerto: Cerrar los ojos al muerto es algo recomendable para no sufrir mal de ojo, así como envolver la cabeza en un paño; asegurarse de cerrar bien el sudario con un alfiler del difunto para evitar que salga de su sepultura; atar los dedos gordos de los pies del cadáver o atar las manos con un rosario todo esto para atar al difunto e impedir que saliera de su tumba; quemar el lecho del difunto; fijar a los muertos en la tumba con ayuda de una estaca ayudaba a que el muerto se quedará en su morada póstuma.

Ritos de muerte había miles, a pesar de que la iglesia considerara estos cultos como paganos y en contra de Dios, no se puede negar que estas costumbres formaban parte del imaginario popular de las personas. Para nadie era agradable pensar que sus seres queridos regresarán en forma de sombras o apariciones, se hacía lo posible para evitar que esto ocurriera y que el difunto en cuestión alcanzara la paz eterna y que no deambulara por el mundo. Si me preguntan a mí que haría, la próxima vez que entierre a un ser querido, les diría le taparé la cabeza con un paño, no por ser supersticiosa pero uno nunca puede tener suficientes precauciones en cuanto a lo que la muerte se refiere.

Bibliografía:

LECOUTEX, Claude. Fantasmas y aparecidos en la Edad Media. Traducción de Plácido de Prada, Medievalia, Barcelona, 1998.



‘De Los Signos que Aparecerán Antes del Juicio de Berceo’


por: Isabel Lizárraga Saldívar

Gonzalo de Berceo fue un poeta español que perteneció al clero secular y, además, el representante más destacado del ‘Mester de Clerecía’, un tipo de literatura medieval representada por clérigos. No obstante, hay que aclarar que, en esa época se le llamaba ‘clérigo’ a cualquier hombre que fuera culto y tuviera una educación superior, sin necesidad de estar relacionado con la iglesia. Aunque en el caso de Berceo, podemos decir que es un hombre letrado y también, en efecto, un hombre de iglesia, por tanto, doblemente clérigo.

Berceo también es conocido por haber innovado el castellano literario. Su poesía siempre trata de temas religiosos, especialmente hagiografías, es decir, vidas de santos. Además está estructurada a manera mnemotécnica, es decir que es fácilmente recordada y memorizada y es que debemos tener en cuenta que en siglo XII y durante la Edad Media, en general, los juglares se encargaban de difundir las obras de manera oral.

De los signos que aparecerán antes del juicio es un poema medieval escrito en castellano antiguo, cuya autoría es de Berceo. Además de estar escrito en cuaderna vía (versos alejandrinos de cuatro versos), que es una característica típica del ‘Mester de Clerecía, el poema tiene fines didácticos y morales, pues nos habla de lo que pasará, según la Biblia, con relación a los signos que se presentarán ante la segunda venida de Jesús y durante el día del Juicio Final. Por otro lado, nos enseña lo que nos podría pasar si no cambiamos nuestra forma de vivir, al no arrepentirnos y no seguir de cerca sus mandamientos. La obra puede ser dividida en cuatro secciones:

1) Introducción; comienza dirigiéndose al pueblo exhortándolo a prestar atención y hablándole acerca de un sermón y de su procedencia.

2) Enumeración de los signos. Estos están en el sermón mencionado anteriormente y son los que anuncian que el día del Juicio Final se acerca. El poeta señala que quien no está con Cristo, no tendrá quien lo auxilie. Los signos son los siguientes: la tierra arderá en llamas, los animales perderán la cordura, los ríos se saldrán de su cauce, el cielo se oscurecerá, habrá terremotos, se destruirán las ciudades, las fosas se abrirán vomitando los huesos y se precipitarán las estrellas a la tierra.

3) El partado sobre el Día del Juicio Final está dividido en dos. Este día es cuando Jesús se dirigirá al pueblo y separará a los justos de los pecadores. Primero condenará al fuego eterno a los que no acataron sus mandatos, a los aduladores, farsantes, mentiros, estafadores, envidiosos, falsos pastores. Además, aclara que de nada servirá que sean reyes, príncipes o plebeyos, todos serán juzgados por igual. Algo que sin duda nos recuerda a las danzas de la muerte en la Edad Media. Después, Berceo describe cómo estarán gozando los justos que siguieron sus mandamientos de cerca, entrarán al cielo y estarán en compañía del Padre, del Hijo y de la Virgen María. Ya no habrá más penas, el alma y el cuerpo serán uno solo y gozarán de vida eterna, todos serán honestos, tendrá la capacidad de volar y sólo habrá caridad y amor.

4) Peroratio; aquí Berceo hace un breve resumen general y nos narra que cuando Jesús venga a juzgarnos será un día tan lleno de miedo, que hasta los ángeles, que no han cometido pecado alguno, temerán. Ese día, justos y pecadores temblarán de miedo. Con sus propios ojos podrán ver el infierno y todo se sabrá. El poeta, pues, nos exhorta a cumplir con los mandamientos y hacer penitencia para que Jesucristo nos guarde de ver esas escenas. Termina aquí la obra con una pequeña oración.

Como conclusión, podemos añadir que esta obra tiene grandes similitudes con el Apocalipsis de San Juan y con el Evangelio de San Mateo, entre otros textos canónicos. Esto nos indica que Berceo se basó en ellos y adaptó el mensaje haciéndolo didáctico para que la palabra de Dios pudiera ser difundida y alcanzara al máximo número de personas. Es por ello que el poema está escrito de manera que puede ser recordado con facilidad, para que al ser recitado de manera oral, moralizara un poco a los que lo escuchaban, calmando el miedo que les oprimía en esa época, pues era común escuchar comentarios acerca del fin del mundo debido, como sabemos, a las guerras, a la peste y otros elementos que hacían de la muerte un común denominador en la época medieval.

Recomendaciones bibliográficas.

Gonzalo de Berceo. Signos que aparecerán antes del Juicio Final. Ed. Arturo

Ramoneda. Madrid: Castalia, 1990.

García, Michel. “Los signos del Juicio Final”

http://www.vallenajerilla.com/berceo/michelgarcia/introduccion-signos.htm

EL IMPERIO DE LA MEDIA LUNA Y LAS INVASIONES ÁRABES

Por: Andrea Díaz Martínez


Es bien sabido que uno de los elementos que modificó de manera radical el mapa mental y geográfico de la

Europa medieval fue el nacimiento del islam, el imperio de la media Luna, y las consecuentes invasiones árabes a la península ibérica. En este artículo, Andrea Diaz, nos aclara algunos puntos interesantes acerca de este tema.

G. A


EL IMPERIO DE LA MEDIA LUNA Y LAS INVASIONES ÁRABES


Los árabes eran tribus semi-nómadas que compartían un idioma y una cultura comunes. Estaban agrupados a lo largo de las fronteras de las dos grandes potencias imperiales en la periferia del desierto de Siria y esparcidos por las zonas habitables de la Península Arábica propiamente dicha. Al carecer de unidad política y religiosa, no eran vistos como enemigos por el Imperio Romano y el Imperio Persa. De hecho, antes de su expansión, los árabes se relacionaban con los dos poderos vecinos imperia

les, de diferentes formas: buscaban trabajo como soldados mercenarios (al igual que los germanos); comerciaban con incienso, camellos o esclavos con Siria o Mesopotamia, y en ocasiones sufrían la captura y el destierro como prisioneros de guerra. Muchos de ellos se quedaban, voluntaria o involuntariamente, dentro de los imperios en los que se habían abierto camino; algunos, incluso, ascendían a elevadas posiciones en sus nuevos hogares. Los árabes eran considerados gente peligrosa y desagradable, pero útil mientras se mantuviesen a la distancia. Todo esto cambiaría tras la llegada del profeta Mahoma, quien unificó a los árabes bajo una religión monoteísta militante: el Islam.

Alimentado, tal vez, por el deseo de reforzar la posición comercial de los árabes

y la necesidad de imponer un conjunto de normas comunes, así como el de establecer objetivos compartidos y la lealtad a una sola fe, Mahoma elaboró un pensamiento místico basado en el monoteísmo practicado por las comunidades judías y cristianas, y movido por una fe ardiente.

Se supone, o por lo menos así lo dicta la tradición, que este profeta recibió ciertas revelaciones divinas incluidas en el Corán. Se trata de varias visiones relacionadas con el arcángel Gabriel, quien le ordenaba a Mahoma organizar a los árabes. A partir del 610 comienza la predicación del profeta en la Meca. Este es un tiempo en el cual ya que se le considera peligroso y se ve forzado a huir. A este último acontecimiento se le conoce como la Hijrah o Héjira (literalmente “migración”) y marca el

comienzo de la era cronológica islámica y posteriormente de las guerras santas. Tras huir de la Meca, radica en Yatred que sería llamada después Medina (Medinat-an-Nabí, “la ciudad del Profeta) donde instituye un culto ordenado. En el cual, quienes se habían sometido (que es lo que significa la palabra “musulmán”) debían regir sus vidas por nuevas directrices. Debían atenerse a cinco normas

fundamentales, conocidas como los cinco pilares del islam:

a) La afirmación de Dios y de Mahoma como único profeta (shahada)

b) La oración diaria o salat

c) El ayuno o Ramadán

d) La limosna o zakat

e) La peregrinación anual a la Meca, con sus rituales correspondientes.

Además de esto, se debe hablar de mandamientos y prohibiciones del Islam, como la prohibición de beber vino. Estas prohibiciones y mandamientos aportaban puntales suplementos al edificio ético dentro del cual el devoto debía vivir una vida recta. De esta manera, En el nuevo régimen se conservó gran parte de la ética tradicional de los árabes: costumbres matrimoniales, el culto de la Kaaba en la Meca y el deber de hospitalidad con los extraños.Más relevante aún, el islam establece un sentido de comunidad mejor conocido como la umma.

La umma era una comunidad mayor que la tribu, exigía una lealtad que se anteponía a la lealtad a los parientes. A su vez, se instará la jihad. El musulmán debe practicar la jihad, que significa “esfuerzo” o “lucha” para convencer a los incrédulos de que deben seguir el camino del islam. Ese esfuerzo podía ser pacífico, vivir una vida piadosa y ejemplar, consagrarse a la enseñanza y la predicación; pero podía ser también coercitivo y violento si los incrédulos eran obstinados. Mediante el establecimiento de la umma y la jihad, Mahoma unificó a las tribus árabes, y dirigió el ímpetu bélico natural en los musulmanes hacia el triunfo de la fe.

Los árabes tenían generales de talento, combatientes enfurecidos por el desierto, una moral inquebrantable y la valiosísima ventaja de la movilidad frente a enemigos cuyos ejércitos estaban habituados a una guerra en cámara lenta. Mahoma utilizó esas características a su favor y volvió a la Meca, conquistándola en el año 630. Tomada la Meca, la Kaaba fue establecida como centro del Islam y Mahoma fue aceptado como el único profeta.

A los veinte años de la muerte del Profeta, los musulmanes no solamente se habían apoderado de la Meca, sino también de grandes sectores del Imperio Romano y habían absorbido completamente el persa. El mapa del Oriente Próximo nunca volvió a ser el mismo. Tras una serie de incursiones irregulares en Siria y Palestina, los musulmanes consiguieron tomar la ciudad de Damasco en el 635. Al año siguiente infligieron una derrota decisiva a un ejército romano en la Batalla del río Yarmuk, poniendo a sus pies a Siria y Palestina. En el 638 se rindió a ellos Jerusalén, y en el 640 Cesarea, a su vez, en el año anterior tomarían posesión de la capital del Imperio Persa. En el año 649 las fuerzas romanas serían derrotadas, Alejandría caería en el 642, y con su caída tocaron a su fin seis siglos y medio de dominio romano.

Los musulmanes no se conformarían sólo con esa victoria, las campañas militares continuarían avanzando hacia el oeste conquistando los territorios de Trípoli, Tunéz y Cartago; provocando la desaparición del poderío romano en el norte del África. Las campañas militares penetrarían incluso hasta la costa de Marruecos en el 681, permitiendo que los ojos maravillados de los árabes contemplasen por primera vez las aguas del Atlántico.

A continuación le tocó el turno a Europa. En el año 711 una invasión militar a gran escala, incursionaría en los territorios españoles. Derrotado y muerto el rey español Rodrigo; no tardó en ocuparse su capital Toledo y Córdoba. La Península Ibérica estaba en manos de los nuevos amos: los árabes.

La rapidez de las conquistas islámicas ha asombrado y desconcertado a los historiadores, sobre todo las conquistadas realizadas durante las décadas del 630 y el 640; pero no solamente nos debemos sorprender de la rapidez de la difusión de la religión islámica, sino de la relevancia del intercambio cultural que surgió a partir de la expansión del islam en Europa y Asia. A través de la transmisión de la cultura árabe y la asimilación de las culturas de los pueblos sometidos, el Islam realizó grandes aportaciones culturales al mundo de Occidente y la historia del mundo

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BIBLIOGRAFÍA

GIBB. J. El mahometanismo. Fondo de Cultura Económico: México, D. f. 1952

GUELLOUZ Azzedine. El Corán. Siglo XXI. Colecciones Mosaico: México D. f. 2003

GARDET, LOUIS. Connaître Lé Islam. (Conozcamos el Islam) Ed. Casal Vall Andora. Ed. Juan A. G. Larraya: España, Barcelona. 1960.

KUNG. El Islam: Historia, Presente, Futuro. Ed. Trotta: Madrid, España. 2006. Ed. José Manuel Lozano Gotor.



jueves, 16 de junio de 2011

BESTIARIOS EN LA EDAD MEDIA



Por Zayda Zúñiga

Existe en el mar un animal con concha llamado ostra perlífera, Esta ostra se eleva del fondo del mar al despuntar el alba, abre la boca y absorbe el rocío del cielo, encerrando en su concha los rayos del sol, la luna y las estrellas; de las luces celestiales, da nacimiento a las perlas.

El Fisiólogo

Comencemos con una pregunta:¿de qué manera los seres fantásticos han influido en nuestro imaginario? Cuando pensamos en la figura de un dragón, nos viene a la mente los caballeros y el dragón encerrado en la torre; o bien si vemos la imagen de una sirena esperando en el mar, sabemos que solo es eso, una imagen que no es algo real. Pero ¿de dónde vinieron todos estos seres extraordinarios?

Hubo un periodo de la humanidad donde se creía en la existencia de seres fantásticos. Pensemos que para los habitantes europeos de esta época era un hecho que todos estos animales existían, formaban parte de su concepción de la vida y el universo. En otras palabras, la gente del medioevo creía en ellos; y si bien algunos existían, cómo las salamandras, los monos, las aves, de otros no se ha comprobado su existencia, sobre todo de aquellos que nos provocan mayor fascinación como: los dragones, los ciclopes, los gigantes y las hidras.

En la Edad Media cada bestia tenía un simbolismo (y hasta la fecha conservamos algunos símbolos animales) tal vez esto suceda por la influencia de ciertos textos que se gestaron desde la Antigüedad tardía, los bestiarios.

En el siglo III comienza la tradición de los bestiarios con la obra El Fisiólogo, que fue el primer bestiario del que se tiene registro. Pudo ser escrito en Alejandría o en Siria, mas desconocemos el dato correcto. Su autoría es incierta, pero se le atribuye a San Epifanio. El Fisiólogo es un libro que habla de las virtudes de animales, describiendo las propiedades fantásticas, curativas y proféticas de las bestias. Asimismo se enfoca en el simbolismo de cada criatura relevando su significado moralizante y bíblico.

| Los bestiarios acumularon el conocimiento y todos los ejemplos de lo maravilloso. Están escritos de una manera casi poética gracias a lo cual se puede leer la descripción de la bestia, las virtudes que simboliza y en algunos casos sus perversiones. Existen textos que poseen maravillosas miniaturas y una pequeña historia donde se relaciona la bestia con lo divino. Son descripciones que en la actualidad, nos resultan inverosímiles, sin dejar de ser fascinantes.

Para el hombre de la Edad Media los animales del bestiario tenían un carácter formativo y moralizante, esto les ayudaba a reforzar su fe y alejarse del pecado. Figuras como los dragones son símbolo del demonio, la serpiente símbolo, hasta nuestros días, de la tentación que induce al mal, al igual que el mono, del cual El Fisiólogo dice: “También el simio es una imagen del demonio, pues de hecho tiene un principio, pero no tiene final, esto es, no tiene rabo, de la misma manera que el demonio, al comienzo, era uno de los arcángeles, pero no se ha encontrado su fin.” (El Fisiólogo en Malaxecheverria pag.160,).

La importancia del simbolismo en el pensamiento medieval radica en el carácter teocéntrico de la época, los símbolos están relacionados con lo sagrado y así se daba la comunicación con el ser supremo. De este modo se tenía que conocer el significado.

El bestiario, según Ignacio Malaxecheverria, está dividido en clasificaciones precisas, así encontramos las siguientes:

· Bestiario Telúrico, hace referencia a los animales terrestres, en el podemos encontrar animales como: el tigre, elefante, castor, león, pantera, simios y lagartos.

· Bestiario acuático: donde se agrupan la ballena, el pelicano, la ostra, la rémora, el delfín y el cisne.

· Bestiario aéreo: el águila, el grifo, el avestruz, las salandres, el caradrio y la garza.

· Bestiario Ígneo: aquí encontramos las criaturas relacionadas con el fuego como el ave fénix cuyo poder es matarse y renacer, desde las cenizas y que tiene relación con la muerte y resurrección de Dios. La salamandra que dicen puede vivir entre el fuego como si se tratase de un pez en el agua.

· Monstruos e Híbridos: estas criaturas cuyo hechizo persiste hasta nuestros días, las encontramos en este capitulo: sirenas, centauros, unicornios, el dragón, la hidra, la manticora y la hormiga león.

La influencia de las bestias en la cosmovisión medieval se vio reflejada en varios aspectos. Entre ellos la literatura, obras como la carta del Preste Juan son un claro ejemplo.

La carta del Preste Juan es un texto que se escribió a mediados del siglo XII. Es un texto quimérico con referencias bíblicas y una exaltación al mundo cristiano, como pueblo elegido por Dios. Describe las maravillas de las provincias de Preste Juan, su existencia se convirtió en un mito durante la Edad Media.

Es así que a finales del siglo XII llega la carta de un supuesto monarca cristiano, que habitaba en oriente, a la corte de Federico Barbarroja y a la de Manuel Comnenos, Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico y de Bizancio; respectivamente, así como al Papa de Roma. La carta describe las bestias y animales que habitan en las tierras del Preste, entre las cuales se encuentran las tres Indias.

En el reino del Preste no existe, en algunas provincias, la maldad y la tierra es prospera en todos los aspectos; “En nuestra tierra fluye la miel y abunda la leche. En otra los venenos pierden su poder, allí no hay escorpión si serpiente que serpentee por la hierba”. Es una alegoría de que no existe el mal representado por la serpiente, símbolo del demonio. El “lapidario” también esta en estas tierras hay un rio que procede del Paraíso y en el que pueden hallarse piedras naturales, esmeraldas, zafiros, carbónelos, topacios, ónix, berilos, amatistas y muchas otras, entre ellas la piedra con la que se puede tener invisibilidad. Fuentes milagrosas que tienen el don de la eterna juventud, plantas que desaparecen la vejez y hacen que se viva hasta 500 años, con una apariencia de tener 30 años. La tierra descrita en La carta cumple con varias utopías de la época.

Independientemente de que el Preste Juan haya existido o no, la carta finaliza invitando a los Emperadores a conocer las tierras del Preste Juan, para que pueda constatar la fastuosidad de estas, ya que es imposible contarlo.

Asimismo el bestiario influyó en la arquitectura. Podemos encontrar vestigios de lo fantástico en monasterios, catedrales, abadías y templos. Por ejemplo:

CATEDRAL DE PISA.

· En Italia destacan la cartuja de Pavía, el Ayuntamiento de Perusa y el palacio ducal Casa del Oro en Venecia.

· En Francia Notre-Dame de Paris y la catedral de Chartres.

· En España las catedrales de Zamora, Salamanca, Tarragona y Lérida.

Para la institución religiosa el bestiario tiene gran importancia por la carga significativa, dentro de una cultura donde el hijo de Dios es representado por un cordero o por un ciervo, que se sacrifica por el pecado del mundo.

Otro aspecto que fue tocado por los bestiarios es el de los viajes. Los viajeros fueron especialmente inspirados por los bestiarios, en sus viajes pretendían encontrar a estos seres imaginarios, confirmar la existencia de lo maravilloso. Al llegar a tierras desconocidas, como el Nuevo Mundo, se encontraron con criaturas que probablemente sorprendieron aun más que lo visto en los textos

En los Bestiarios también podemos descubrir las características que hacían únicas a estas criaturas, aquellas que podían presagiar sobre el destino, las que podían curar y los hábitos específicos de cada especie, algunas relaciones con la Biblia, aquello que podrían inspirar, su maldad y bondad.

Pero sobre todo encontraremos en estos textos un mundo encantador, lleno de la magia de la Edad Media, de las maravillas, de enseñanzas y de los ideales de los hombres, son textos que nos transportan a mundos lejanos, mundos simbólicos, milagrosos, que en ningún otro lado se podrían encontrar, y que al igual que los viajeros del medievo cuando lleguemos a esas tierras nos sorprenderá lo que en nuestra mente veremos.

Recomendaciones bibliográficas


Malaxecheverria, Ignacio. El bestiario medieval. Madrid, edit.Siruela.

Eco, Umberto. Arte y belleza en la estética medieval. Barcelona, edit. Lumen.

Anónimo. La carta del Preste Juan. Edit. Siruela.